13 de junio de 2016

De paso por Tailandia

Chiang Ray, Tailandia, 13 de junio de 2016 


Viajar en barco es tan placentero como hacerlo en tren. En esta ocasión la lentitud, la comodidad de los asientos y las mesas, el zumbido de los motores y el silencio o las conversaciones en voz baja lo hacen aún más agradable.

A ambos lados del río el paisaje selvático apenas deja ver las chozas y pequeños poblados dispersos. Rocas volcánicas asoman por la ocre superficie del agua que corre con fuerza.

Paso buena parte del viaje leyendo Las cartas de Birmania, de Orwell. Pensé que me aportaría algo sobre este país en el que aterrizaremos en unos días. De momento no es así, los ingleses son estúpidos y crueles, las inglesas interesadas y torpes, los nativos se colocan en los dos extremos y el protagonista no es ni chicha ni limoná. Vamos que estoy a punto de abandonar su lectura. Leí a gusto1984, no por su calidad literaria, bastante pobre, sino por la bien creada visión de un futuro tan real ahora como en épocas pasadas y quizá, pongamos una vela a..., en el futuro. En Las cartas de Birmania todo es plano y carente de interés.

Cierro el libro y me voy a escuchar a Haydn al que estoy siguiendo a través de El canto de la sirena, de Trías. Es la alegre e incluso divertida la sinfonía 101, nombrada con el título de El reloj por el ritmo similar al de un reloj que caracteriza el segundo movimiento y compuesta cuando ya era un compositor libre que no dependía de la familia Esterhazy. Un humor, el de Haydn, y que también se encuentra en composiciones de Mozart, que es difícil encontrar más adelante entre los románticos.
Dormimos en Pakben, un pequeño pueblo a orillas del Mekong y al día siguiente cogemos otro barco hasta Huay Xai en la frontera con Tailandia.

El paisaje ha variado un poco. Los verdes son más luminosos, las colinas tienen menos altura, hay más poblados y el río lleva algo menos de agua y es más estrecho, lo que hace que de vez en cuando se oiga el roce de la quilla con las rocas del fondo.

Los pasajeros occidentales, mayoría en el barco somos los mismos que en el trayecto entre Luang Prabang y Pakben. La tailandesa, pareja de un occidental de sonrisa suave, ya no está enfadada y luce mucho más guapa; pasó las más de nueve horas del trayecto anterior de espaldas a su chico, con la cara tapada durante casi todo el viaje y ajena a los intentos de acercamiento de él; de vez en cuando la mitad superior de su rostro aparecía bajo su bonito sombrero de paja tras el respaldo del asiento con una expresión mezcla de enfado y tristeza. Dos franceses trabajan haciendo pulseras que venderán después en algún lugar de Tailandia. El resto, una pareja de mujeres francesas, otra de dos hermanos alemanes, un corpulento australiano algo más joven que nosotros, un inglés delgadito cuya cabeza roza con el techo del barco y dos parejas enamoradísimas e inseparables. Me encantaría tener retratos de todos como sucedió en Halong Bay pero no me atrevo.

En Huay Xai una camioneta nos lleva junto con el australiano y el inglés hasta la frontera, se está haciendo  noche y ya en Tailandia, cogemos entre los cuatro un taxi a Chiang Ray.

Pasamos la mañana en el hotel. Sospecho que este viaje está dando sus últimos coletazos. El trayecto por el río fue la excepción a varios días de alejamiento del espíritu del viaje. Cansancio de la repetición de paisajes y ambientes, del ceño fruncido y carácter hosco de los laosianos, de la búsqueda de dinero fácil y las broncas con los empleados de agencias y taxistas de Vietnam. Cada vez pasamos más horas en los hoteles sumergidos en nuestras lecturas y nuestros hábitos cotidianos. En las fotos que hago la búsqueda de imágenes bellas u originales casi desaparece. Si Birmania no nos cambia el ánimo el regreso se puede adelantar. Echo de menos la variedad del paisaje español y europeo, las posibilidades de disfrutar de un concierto, una exposición, una obra de teatro o de alguna conferencia interesante. Pese a ello me siento a gusto en el día a día, pero no sé si es suficiente para alargar el viaje hasta mediados o finales de agosto.























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