11 de mayo de 2016

Esperanza y un poquito de ilusión. De Malasia a Tailandia

Krabi, sur de Tailandia, 11 de mayo de 2016


Teóricamente fueron dos ferrys, una camioneta y un autobús los que nos dejaron en Krabi, digo teóricamente porque los ferrys parecían dos autobuses que circularan por el mar, ni había posibilidad de salir a cubierta ni apenas se vislumbraba el mar a través de unos cristales sucios y opacos.
Krabi es una pequeña ciudad que no tiene más interés que un paseo por sus calles, calles similares a las de cualquier lugar del sur de Asia. Sin embargo hemos estado en ella cuatro agradables días en plan relajación salvo la visita a la península de Railay, un lugar bellísimo si no hubiera estado saturado de turistas con la excepción del camino que recorrimos a través del bosque donde no nos cruzamos con nadie. La conversación con Yago, un barcelonés, anticuario en su tierra y diseñador y vendedor de camisetas en Tailandia, meses aquí, meses allá, fueron unas horas agradables y de aprendizaje sobre la situación política y la vida cotidiana de este país. La dictadura militar que gobierna Tailandia, la enseñanza marcada por el budismo, la tendencia de la población a aguantar lo que le caiga, las buenas medidas de un rey que lleva en el trono desde 1946 y que es adorado por el pueblo como representante religioso, los masajes con o sin happy end, la libertad de las personas que se dedican a la prostitución excepto en las zonas del sur controladas por la mafia, y la tolerancia, un buen ejemplo para nuestra sociedad, hacia los transexuales y los girlboys llenaron parte de la conversación. La verdad es que tanto aquí como en Indonesia, en Malasia, en Singapur hemos visto a pie de calle esta aceptación respetuosa del otro en temas al menos raciales o religiosos, lo que choca con nuestra visión de estos países desde un occidente que se encamina hacia un alarmante aumento del racismo, la prepotencia, el egoísmo y la intolerancia. Y así sigue creciendo la idea, que ya apuntaba en alguno de mis posts de hace meses, de cuánto deberíamos aprender de Oriente. Por supuesto existen aspectos negativos importantes en mayor o menor grado, están las dictaduras, las democracias parciales con la falta de respeto a los derechos humanos, algo que también conocemos en occidente, la ignorancia que hace que un individuo como el próximo presidente de Filipinas llegue al poder, la suciedad de las calles y de los Parques de algunos de estos países o la persecución al turista rondando la estafa por ejemplo en Indonesia. La relación con la gente común, la gente de la calle sonriente y amable está por encima de todo esto, como siempre, como en la mayor parte del mundo.

A pesar de esta tranquilidad no he sido capaz de escribir ni de leer, la búsqueda de un itinerario para los próximos días me ha hecho perder el tiempo, al final decidimos que nos vamos directamente a Bangkok, en avión que curiosamente nos sale más barato que el autobús. Y es que los Parques Nacionales del sur no tienen muy buena comunicación y vemos que el tiempo nos apremia un poco si no queremos volver a Asia después de agosto.

También las últimas noticias me han ocupado parte de mi tiempo, esta tibia ilusión que me llega de la decisión de Podemos y de Izquierda Unida de presentarse juntos a las elecciones. Tibia porque una ya está bastante escarmentada desde aquellos años de la transición pasando por el 15M y las idas y venidas de las medidas de Podemos antes de decidir la confluencia y porque piensa si será posible que las fuerzas fácticas de siempre no impidan que esta ilusión de cambio en el panorama político llegue a buen término. De todas formas quién iba a esperar esta situación actual hace dos o tres años, cojamos con fuerza esta tímida ilusión, me digo, no hagamos lo que tantas veces rechazaba en mi trabajo cuando jóvenes profesores llegaban al centro con ilusión y ganas de trabajar y siempre había un agorero que pretendía darles una lección de realismo que en verdad era casi siempre una muestra de la dejadez y abandono de la profesión por parte del supuesto experimentado profe.

Imágenes:
Los macacos siguen acompañándonos por estas tierras, esta vez en Railay, mirándonos como quien se dice hay que ver lo raros y pesados que son estos humanos, qué manía con hacernos fotos y agolparse a nuestro alrededor mientras nos despiojamos, comemos o pensamos en nuestras cosas.
Los colores de las cuevas, las paredes que rodean las playas, un lugar de escalada conocido dentro y fuera de Tailandia.
El atardecer, al regreso de Raylai, en Ao Nang, bellisimo. Nubes que anunciaban tormenta, reflejos dorados de los últimos rayos del sol en la arena húmeda y compacta de la playa, la gente paseando y fotografiándose mientras los críos juegan al balón o corretean por el borde del agua.






















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