8 de abril de 2016

Mirar a otro lado

Brisbane, Estado de Queensland, Australia, 7 de abril de 2016


Mañana es nuestro último día en Australia. Volamos a Kuala Lumpur. Íbamos en un principio a las Molucas pero viendo que quizá no eran tan interesantes como habíamos pensado, nosotros no buceamos y eso es lo que parece que se da principalmente en esa región, buscamos vuelos a otros destinos y combinando precios y horarios, teníamos ya un billete a Bali y no nos apetecía en absoluto estar allí ni un solo día, optamos por Kuala Lumpur. La idea era pasar unos días en la ciudad y después ir a Borneo, visitar unos Parques Nacionales, pasar a Indonesia y de regreso coger un barco desde la zona malasia de la isla a Mindanao en Filipinas. Se me ocurrió investigar un poco sobre la situación de la región y me encontré con el este de la isla que corresponde a Malasia tomada por el ejército y la policía y con riesgos altos de secuestros a occidentales; miro la información del sur de Filipinas y pasa lo mismo. Por allí andan las guerrillas de insurgentes y para colmo los locos del Isis. Una en estos casos se debate un poco entre la prudencia, el miedo y el rechazo a verse como una cobardica. Filipinas es un país al que me apetece viajar, ya veremos.

¡Qué mundo estamos creando! Nunca en nuestros viajes nos hemos encontrado con tantas dificultades relacionadas con este tipo de problemas, sí había algunos países en África a los que la violencia y las guerras impedían viajar, pero ahora miras detenidamente un mapa del mundo y ves que esa violencia cubre una enorme parte del planeta. Hace unos días escuché, no sé a quién pertenecía el texto, que las guerras no se hacen para alcanzar una victoria sino para enlazarlas una y otra vez con nuevos conflictos y mantener así el orden establecido; la utilización del miedo tiene aquí un papel muy importante, así como el inculcar a la población el odio, el rechazo a los otros culpabilizándoles de los desastres que originan los mismos que quieren mantener ese orden establecido. Y nosotros, los habitantes de unos países que no padecen ese tipo de violencia, miramos a otro lado, no percibimos otros tipos de violencia con los que también nos controlan y queremos creernos que aquellos que sufren las guerras, los asesinatos permitidos o llevados a cabo por los gobiernos, la violencia de la pobreza, la huida de la tierra en la que se ha vivido están muy lejos, son "otros", esos que vemos en la tele o en la prensa durante unos minutos. Y nos metemos en nuestro pequeño mundo y nos callamos y obedecemos y decimos "hay que ver cómo está el mundo" como si ese mundo no fuera el nuestro.

Y ahora... pues nada, cambio de tema y los conflictos ya no los veo, pongo unas fotos, subo el post, duermo tranquilamente y aquí no pasa nada.

Al día siguiente. Sí, llego a la conclusión de que hay un pequeño porcentaje de cobardía en mí. El aceptar, que no tiene por qué llevar implícita la resignación, cómo somos, pero de verdad, buceando lo más hondo que seamos capaces no es tan difícil. Echamos la culpa a la influencia familiar, social de cuando éramos niños, adolescentes como si no hubieran pasado mil años desde entonces. Una puede quedarse ahí, en las primeras etapas de su vida como un pequeño arbolito que en la selva o en un tupido bosque no es capaz de crecer entre tanto gigante que tiene alrededor. Mira desde abajo y dice: la culpa la tienen estos que se quedan con toda la luz, pasan de mí y no me permiten crecer. Hay otros árboles que se retuercen, se doblan, hacen lo que sea para que les llegue la luz y así crecer y crecer hasta disfrutar de la calidez del sol y sentirse simplemente bien, haya o no árboles robustos y más altos que él alrededor. Además todos deberíamos buscarnos un helicóptero, tenerlo a mano y de vez en cuando subirnos a él, llevar con nosotros unos buenos prismáticos y vernos desde arriba, lejos para ser más objetivos con nosotros y también volar despacio, parar un tiempo, no tener prisa, dejar paso al silencio y a la conversación con uno mismo sobre el asunto que, abajo, creíamos o intentábamos no ver. Hubo una época en que mis viajes en helicóptero eran casi diarios, después lo abandoné, mal hecho.

Un escritor decía ayer que para poder crear algo se necesitaba  curiosidad, observación, constancia, sacrificio y, sobre todo, pasión. También vale para la creación de nuestra propia vida.

Nos damos un paseo por el centro de Brisbane y el jardín botánico haciendo tiempo hasta la hora en que tengamos que marchar al aeropuerto donde dormiremos hoy, nuestro avión sale a las seis de la mañana.

Fotos de Brisbane, de la Art Gallery de la ciudad, entre las que está una serie de cuatro cuadros titulados Funeral y una instalación sobre una escuela tailandesa de los años setenta, y de un jardín botánico casi otoñal, sin flores apenas.





























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