24 de marzo de 2016

La interminable Stuart Highway

En una Rest Area a ciento y pico kilómetros de Kings Canyon, Territorio del Norte, Australia, 23 de marzo de 2016


Hoy me siento cansada, los kilómetros acumulados durante estos cuatro o cinco días de continua carretera, sin parar hasta última hora de la tarde con el único descanso del rato de la comida, se notan. Empieza a apetecernos un cambio de vida, de ritmo. Volver al macuto sobre los hombros, al equipaje ligero, a la  vida tan diferente de Oriente. Llevamos cerca de dos meses recorriendo las carreteras de Nueva Zelanda y Australia. Nos gusta este tipo de vida en el que casi todo es contacto con la naturaleza, caminar, recorrer bellos paisajes, dormir en la tienda, prepararnos la comida... pero va a estar bien volar a Bali, salir huyendo de allí lo más pronto posible rumbo a las Molucas y comenzar otra etapa hasta nuestro regreso temporal a Madrid a recibir esa nueva vida, niño, niña que al menos de momento crecerá entre cabras, montes y naturaleza.

Cambiamos de rumbo. Hay demasiadas nubes para disfrutar el amanecer en Uluru. Vamos hacia el Kings Canyon donde caminaremos después de tantos días de sentada carreteril y volveremos a Uluru un día después a ver si hay suerte y el cielo está despejado. Hace un calor desesperante, las moscas siguen atacando,  sólo se salvan la cara sobre la que llevamos un gorro mosquitero y las piernas enfundadas en unas mallas largas que protegen de las moscas pero que me hacen sudar tanto que cuando me levanto de la silla tengo el culo empapado; intento aguantar el ataque contra los brazos antes de ponerme una camiseta de manga larga.

Kerouak escribe una parrafada en la que cuenta las visiones surrealistas causadas por el hambre de Sal caminando sin un penique porque las calles de San Francisco, en realidad lo que parece es que el mismo Kerouak escribió dichas líneas bajos los efectos de un buen chute. Al final de la segunda parte del libro Sal está cansado del viaje, de Dean, de la vida y decide una vez más regresar a casa. Yo también tengo momentos de cansancio en medio de las reiterativas peripecias de los dos amigos y de la pesada de Marylou; aunque En el camino sea un buen libro.

Hace días que no tenemos cobertura de wifi y echo de menos a mis seis guajes y a mi nieta que cumple años hoy y no la podremos felicitar.

En la última foto, Alberto grita: ¡Horror, que vienen las moscas!










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