25 de marzo de 2016

La emoción ante la naturaleza, Uluru

Parque Nacional Kata Tjuta, Territorio del Norte, Australia, 25 de marzo de 2016


En el Parque Nacional de Kata Tjuta hay una señal al principio del track que rodea la mayor de las grandes rocas que forman la cadena del mismo nombre, que avisa del peligro de deshidratación e insolación si se comienza a andar después de las once de la mañana. Comenzamos hacia las siete y ahora que llegamos al aparcamiento, poco más de las once, el calor es sofocante. Ayer sucedía lo mismo en el recorrido del Kings Canyon. Las elevaciones montañosas que se encuentran en las cercanías, una forma de medir las distancias algo curiosa pero a la que te habitúas tras cuatro días de carretera desde Port Augusta y Alice, cercanías que en el caso de Alice, son más de quinientos kilómetros, las elevaciones, decía, sobresalen aisladas en medio del desierto. Son unas formaciones rocosas a las que la luz de la primera hora de la mañana y del atardecer tiñe de unos colores rojizos y las dota de una belleza extraordinaria.

Los estratos que forman las paredes del Kings Canyon tienen su origen en sucesivas capas de dunas que fueron aplástandose y solidificándose. Toda la parte alta del cañón es desértica pero en el fondo, a gran profundidad, corre un pequeño curso de agua en cuyas orillas crece una vegetación totalmente inesperada en estas latitudes, lo llaman con toda propiedad, el Jardín del Edén. Bueno, con toda propiedad para los australianos no aborígenes porque éstos últimos poco tienen que ver con el Edén. Sus creencias originales son otras. Sus ancestros, héroes que recorrían la tierra trazando líneas de caminos mediante historias cantadas estaban unidos simbióticamente a la naturaleza, de ahí que las diversas tribus o clanes que descienden de esos héroes lleven el nombre de un animal o una planta representados por un lugar sagrado. Éste es el caso de Uluru, la roca de algo más de trescientos metros de altura que se alza solitaria en el Parque Uluru - Kata Tjuta. Allí nos fuimos a la hora mágica de la puesta de sol cámaras en ristre.

Cuando a Alberto le vienen momentos como esa búsqueda de una fotografía, o también de un espectáculo natural, o cuando le aparece la imperiosa necesidad de escribir unas líneas vuelvo a ser consciente de que vivo con un apasionado efervescente, al que en momentos así pueden más los sentidos, las emociones, que la razón. Y en el fondo me da envidia porque mi capacidad de apasionarme es bastante más pobre. Así que mi chico el apasionado viendo que la luz que iluminaba Uluru podía escapársele si no se daba prisa intentó primero parar en la carretera junto a un "prohibido parar" para a continuación arrancar el coche, dejarlo aparcado fuera de lugar, tirar de la cámara que suele ir en estos casos sobre mis rodillas y salir pitando dejando abandonado coche, chica y camiseta, y a torso desnudo correr entre la fila de turistas acicalados con sus cámaras apuntando al Uluru para conseguir plasmar la justa luz en el justo momento. Es sólo un ejemplo, la imaginación no se quedaría corta buscando otros que dieran fe de mis palabras.

Escribo estas líneas nada más  volver de nuestra caminata por el Parque Nacional Kata Tjuta, sobre este recorrido escribiré algunas otras más adelante, cuando tenga listas las fotos.

Las dos últimas fotos son imágenes de Uluru al atardecer y de las montañas de Kata Tjuta poco después, ya anocheciendo.






















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