20 de marzo de 2016

En el Museo de la Inmigración, Melbourne

Walan, Estado de Victoria, Australia. 19 de marzo de 2016


No voy a justificar por supuesto la actuación de los gobiernos coloniales en Australia, las masacres de aborígenes, el apoderamiento de tierras ni la falta de respeto a los derechos humanos que durante más de un siglo ejercieron sobre la población indígena de lo que ahora es Australia. La simplificación de unos hechos o unas ideas es una reacción que muy a menudo tenemos. Vienes de Nueva Zelanda, país ejemplar en muchos aspectos, pero no en todos,  entras en Australia, comienzas a informarte y a vivir el ambiente y surge la tendencia a la comparación. El sentimiento tiñe la objetividad y ya estamos a punto de colgar la etiqueta correspondiente al nuevo país e incluso a sus gentes. De ahí a hablar, por ejemplo, de los primeros australianos utilizando el término racismo solo hay un paso. Como siempre debería suceder cuando se juzga un hecho histórico, hay que situarlo en sus circunstancias y en su contexto, la evolución de la toma de un país tan extenso como éste y la problemática derivada no sólo de la colonización si no también de lo que sucedía en el resto del mundo tuvieron lógicamente su influencia. Hoy, visitando el Museo de la Inmigración en Melbourne, veía que me faltaban datos para opinar más objetivamente.

El momento y la forma en que se colonizaron los diferentes Estados que hoy constituyen Australia fue diversa. Cuando Cook llegó se encontró con un territorio en el que los aborígenes eran nómadas, su conocimiento de las creencias y  las costumbres de éstos debía de ser nulo, de su visión y de la de los primeros colonizadores salió la idea de que la tierra no tenía dueño, pero... el Tiempo del Ensueño,  la creencia básica de los aborígenes respecto a la tierra, consiste, resumidamente, en que sus ancestros viajaron creando por medio de unas líneas de canciones los lugares sagrados y los caminos. La propiedad de la tierra no tiene que ver con la estancia en ella sino con las líneas de canciones que han formado los caminos, diferentes para cada pueblo aborigen. Es decir la tierra en su totalidad es sagrada y pertenece a los descendientes de esos seres que crearon el mundo, si abandonan su tierra  no pueden mantener las prácticas sociales y espirituales que aseguran la cohesión de los clanes y las interrelaciones entre los grupos. Es una preciosa y  profunda visión del mundo que merece ser leída con detenimiento.

Los colonos que llegaron a Tasmania y al Estado actual de New South Wales a finales del siglo XVIII eran presidiarios procedentes de los penales ingleses, los que poblaron el Estado de Victoria del que Melbourne es la capital eran gentes libres que procedían de Inglaterra e Irlanda pero posteriormente a lo largo de los siglos XIX y XX la inmigración procedió de lugares de todo el mundo, lo que convirtió esta ciudad en la más cosmopolita y abierta de Australia.

En cuanto a la política de inmigración, los cambios económicos, la intervención en las dos guerras mundiales con la consiguiente calificación de enemigos a las personas procedentes de los países del bloque opuesto, la imagen negativa de otras razas o pueblos fomentada en la población por parte de los gobiernos fueron razones esgrimidas para que en sucesivas ocasiones se prohibiera la entrada a inmigrantes. 

La expresión "Australia blanca" apareció en la política en 1888. En esos años se prohibió la entrada a los chinos y en la década siguiente a todos los no europeos. Durante las dos guerras mundiales y tras su finalización fueron los alemanes los que perdieron la posibilidad de vivir en el país. En los años sesenta la política de Australia blanca es eliminada y las fronteras se van abriendo a la inmigración procedente de zonas no europeas. 

En la actualidad tanto el problema de la discriminación de los aborígenes como el de la acogida de refugiados están presentes.

Las imágenes del final son del museo de la inmigración y están ordenadas cronológicamente, salvo algún error que acabo de ver, ¡glup! . Hay también dos fotografías de una representación de los barcos en los que viajaban los primeros colonos.






















2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un enlace con un artículo de Manuel Vicent que seguro te gustará.

http://elpais.com/elpais/2016/03/17/opinion/1458217563_366928.html

Ya he visto los canguros.

Un beso

Noches de luna dijo...

Una rallita de wifi para contestarte. En cuanto pueda leeré el enlace que me mandas. ¿el comentario al post de En el camino es tuyo? supongo que sí, no suelo tener comentarios anónimos pero... Un beso y un abrazo