9 de marzo de 2016

De Nueva Zelanda a Australia

Aeropuerto de Wellington, Nueva Zelanda, 9 de marzo de 2016


Hago la copia de seguridad de las fotos y... vaya susto. Me faltan fotos, me digo, reviso la cámara y zas, no se han perdido es que no he hecho ninguna ni tampoco he escrito una linea desde hace cuatro dias. Doy  marcha atrás  en el tiempo  y, claro, se nos fueron casi dos días en arreglar el visado para Australia, hoy día de viaje a Wellington  y el resto pues eso, que sin ganas de escribir ni de fotografiar. Menuda historia la del visado, estuvimos a punto de cambiar de rumbo y marcharnos a Los Angeles para despues decidir volar a Singapur. Tras vanos intentos de sacar los billetes a través de Internet decidimos ir a una agencia de viajes, comentamos lo del visado y en cinco minutos el eficaz empleado de la agencia solucionó lo que en el Consulado de Australia habían dado por imposible, así que ni Los Angeles ni Singapur, de nuevo camino hacia Australia.

Al final nos quedó libre esta mañana antes de coger el avión a Wellington. Visita a la Art Gallery y paseo por la ciudad, esta ciudad tan cosmopolita, polinesios, chinos, indios, incluidos shirks con sus turbantes y sus largas barbas, asiáticos de otras zonas, occidentales, maoríes, mujeres
musulmanas con la cabeza cubierta, latinoamericanos, minifalderas de todos los colores, rastas, melenas, cráneos desnudos, faldas vaporosas, mujeres con aspecto de amas de casa a de toda la vida... todos mezclados en el paseo y en los trabajos en perfecta armonía y naturalidad.

La Art Gallery tiene una pequeña y poco representativa colección de arte occidental en el que hay una Santa Catalina de Juan de Juanes fría y distante ante las claras y perversas intenciones de un personaje literalmente bajo sus pies. El resto es pintura, fotografía e instalaciones de artistas neozelandeses y australianos. Entre los primeros llama la atención una sala dedicada a los más ilustres antepasados maoríes, estaba prohibido hacer fotos en ella por respeto a las costumbres maoríes; rostros serenos, ancianos con la sabiduría marcada en su rostro, todos tatuados según la tradición de su pueblo. Da la impresión de que la historia de los colonizadores y la de los colonizados se han unido tan inteligentemente que han gestado una sola de las que ambos participan, los primeros caminando hacia atrás en el tiempo y los segundos hacia delante formando un sólo país. Puede que la estancia de un mes en Nueva Zelanda nos dé una visión algo idealizada del país, no lo creo en este sentido de las relaciones humanas sin parangón con cualquier otro lugar del mundo.

También Daumier con sus geniales caricaturas estaba presente en el museo.

Son las once de la noche en el aeropuerto de Wellington. Esperamos no tener problemas para dormir aquí, cierran las puertas entre las dos y las tres y media. Nuestro vuelo a Brisbane sale a las siete menos cuarto de la mañana.

























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