23 de febrero de 2016

Diluvia camino del Parque nacional Whanganui

Tangarakau Gorge, isla norte de Nueva Zelanda, 23 de febrero de 2016


Lluvia y  más lluvia. Íbamos al Parque Nacional de Whanganui, tuvimos la buena idea de acercarnos por carreteras secundarias, algunas de tierra, así que lo que iba a ser un trayecto de dos horas se multiplicó por tres. Encontramos un camino hacia una garganta y decidimos poner la tienda sobre la abundante y crecida hierba y quedarnos a dormir rodeados por las palmeras, helechos y demás vegetación tropical de nombres desconocidos para la que esto escribe. Por la noche comenzó a llover y ahora,a las diez y media de la mañana, aún continúa alternando el chirimiri con el diluvio. Si esto no cambia nos quedamos en nuestra casa de poliéster y polietileno con su linda puerta naranja (foto más abajo) hasta mañana. Por aquí no pasa ni Dios, se oye el rumor del río que corre en lo profundo del valle y estamos más solos que en El Chorrillo; esta mañana hemos rezado, como dice mi chico el fotógrafo, juntos elevando nuestras oraciones más allá del cielo sin ningún problema de rubor o respeto  a los no creyentes. Esto no es el cielo pero sí la gloria. Río, chicharras, pájaros, viento y el teclear del móvil de mi chico el escritor que no para de poner una letra detrás de otra.

Si el tiempo no cambia, tenemos todo un día por delante para los placeres cotidianos. Me esperan mi clase de inglés, algún podcast sobre cine,Trías y Bach y si me llega la batería de la tablet quizá hasta pueda ver esta noche una película, cosa que no he hecho desde algún lugar de Indonesia.

 Las carreteras secundarias por las que vinimos ayer desembocaron en la Forgotten World Highway, bonita de verdad, con restos de la historia de los maoríes, y pasamos por la Republica de Whangamomona. Sí, una República independiente en el centro de Nueva Zelanda, aunque en realidad no deja de ser simplemente algo curioso,  sorprendente si una no conoce la historia de este país y las relaciones entre colonizadores y maoríes. Resulta que en 1989 tras una falta de acuerdo entre los dirigentes del lugar y el gobierno central acerca de la pertenencia de Whangamomona a Taranaki o a Whanganui, como querían los primeros, el consejo de Whangamomona declaró la independencia del territorio; sus dirigentes son elegidos democráticamente y los visitantes, si quieren participar de las actividades propias de la civilización maorí, deben obtener su pasaporte.

El río  Whanganui, hacia cuyo valle nos dirigiremos mañana, tiene su leyenda maorí. Cuenta que el  monte Taranaki peleó con el monte Tongariro por el amor de la montaña Pihanga y que tras la lucha, el Taranaki huyó hacia el oeste, donde se encuentra ahora y dejó una brecha detrás de él,  entonces el monte Tongariro envió agua fría hacia allí y se formó el río Whanganui.

Este país es único. Todos los lugares del mundo que conozco, que ya son unos cuantos, poseen su belleza y su personalidad, pero Nueva Zelanda aúna la naturaleza salvaje de sus montañas, de sus acantilados y de su mar, la suavidad de sus lagos y los caminos intrincados de su selva con una civilización respetuosa con el medio ambiente y con las personas, tolerante, natural, amable, en la que se respira tranquilidad y bienestar. Un buen lugar para vivir.

Imágenes: nuestra tienda y nuestro bosque, y la entrada a la República de Whangamomona.








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