5 de octubre de 2015

Simples notas para el recuerdo. De Murgab a Bishkek.


Bishkek, Kirguistán. 5 de octubre de 2015


(Escrito por el camino desde Murgab) 

El taxi de Ahmed se ha averiado y aquí estamos, en mitad de la carretera esperando que pase algún vehículo que pueda recogernos a los cuatro viajeros que compartimos el taxi y nos lleve a Osh. Hace ya tiempo que esperamos y no pasa nadie. Me gusta Ahmed pero en este caso no se ha portado, debería haber revisado el coche antes de salir. La línea telefónica que en este país parecía tener siempre cobertura da la casualidad de que justo aquí no la hay. El tiempo de espera no importa demasiado, tampoco la comida pero sí el tener que pasar la noche aquí. Es mediodía y hace un frío del carajo, el viento sopla fuerte y helado. Paciencia.

Llevamos cuatro horas parados sin que pase ningún  vehículo. Ahmed juega conduciendo en sentido contrario con el motor apagado, diversión para él y otro de los pasajeros que a pesar de la situación no pierden el humor. Presiento que vamos a tener que dormir juntitos los cinco en el coche, el problema va a ser el frío. Hace un rato Ahmed ha repartido dos panes y una especie de buñuelos de pura masa, y esa ha sido nuestra comida de hoy.

Un camión se lleva a uno de los pasajeros, un hombre mayor que viaja a Alay. Quedamos Ahmed, Tahir, un joven que vive en Osh, y nosotros. Avanzado el día nos recoge un camión, poco después la carretera se convierte en una pista estrecha, en alguna otra ocasión la riada se ha llevado parte de ella.
Cuando llegamos a la frontera es de noche. Hace mucho frío. Los soldados que controlan la parte kirgui nos invitan a entrar en un pequeño refugio metálico hasta que el trabajo burocrático termine. Una estufa caldea el ambiente, intercambiamos algunas palabras, cuando se enteran de que vivimos en Madrid uno de los soldados nombra el museo del Prado, sorpresa, esperábamos lo de siempre, Ronaldo, Messi etc.

En Sary Tash cenamos y esperamos que el camionero consiga, como se había acordado, un coche que nos lleve hasta Osh. Difícil en un lugar pequeño pasadas las doce de la noche. Acabamos en un pequeño hotel, al día siguiente partiremos con Tahir en un taxi conducido por un pirado. La carretera es suya, va por la izquierda cuando le place, choca lateralmente con una furgoneta al adelantarla... afortunadamente el resultado del golpe sólo lo sufre el lateral del taxi. Cuando amenazamos con bajarnos se relaja y deja de hacer el imbécil, felizmente llegamos Osh.

Hay diferencias palpables entre Kirguistán y el resto de las repúblicas de Centro Asia, con la probable excepción de Kazakhstan. Muchas mujeres de todas las edades trabajando, algunas comiendo solas en restaurantes, muy pocas cubiertas con velo a pesar de ser un país mayoritariamente musulmán. Sí hay muchas con los tocados típicos, al igual que los hombres con sus sombreros. Noto un ambiente más alegre y distendido, quizá los kirguies y los kazajos al tener origen e historia algo diferentes tengan también un carácter distinto, puras elucubraciones.

A veces me cansa esto de relatar lo que se refiere exclusivamente al viaje, pero si no fuera por los textos y las fotos una gran parte de los viajes caería en el olvido. Últimamente los trayectos son muy largos, estuvimos viajando algo más rápidamente pensando en ir a Tíbet y Nepal, cosa que ya hemos descartado y mis post se me acumulan, siempre llevo un retraso respecto al día en que vivo. De hecho hoy, en Bishkek, cuento y me encuentro con que lo que he escrito sucedió hace ya cuatro días.
El viaje entre Osh y Bishkek fue largo pero más cómodo. Comimos en un restaurante de la carretera atendido por un grupo de mujeres jóvenes, su uniforme era la vestimenta propia de una mujer musulmana tradicional. Lo más simpático del trayecto fue el verme rodeada por cinco o seis camareras preguntando, una de ellas hablaba inglés, por lo de siempre, lugar, trabajo, edad... pero en esta ocasión las chicas derrochaban alegría, risas tímidas, curiosidad, me encantó el ratito que pasamos con ellas y el poder tomar unas fotos entre risas, gestos de timidez y deseo de ser retratadas.
Cuánto más desarrollado está un país más difícil es encontrar las cosas sencillas. Aquí no hay áreas de descanso pero si puestos de melones con una mesa y bancos donde poder dejar por un rato la carretera y disfrutar de una fruta en su punto y riquísima. Eso hicimos con nuestro taxista y dos chinos de Kashgar, compañeros de viaje.

Fin de la crónica. Ahora estoy con un podcast sobre Shostakovich y su situación a lo largo de los años en que gobernó Stalin, aderezado con fragmentos de su obra. Nada que ver con lo anterior. A ello vuelvo.

IImágenes:
Las camareras de la hostería. 
De Murgab a Osh. 
Osh: parque y mercado 
De Osh a Bishkek 

















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