9 de septiembre de 2015

Kazakhstan o Uzbekistán, that's the question

Baku, Azerbaiyán, 8 de septiembre de 2015


Llevamos tres días y medio en Baku, que sumados a los tres que pasamos a nuestra llegada a Azerbaiyán hacen la friolera de casi una semana. Volvimos de Xinaliq y pasamos los primeros días descansando y haciendo vida casera, sólo salíamos a comer, el resto del día era leer, estudiar inglés y ver cine. Una buena decisión, pero ya comienza a aparecer el gusanillo del viaje. Ya no estamos descansando, ahora es la espera del visado de Uzbekistán y eso no es lo mismo. Hoy salimos con la intención de enterarnos de días y horarios del barco a Aktau, en Kazakhstan. El mapa del móvil nos decía que debíamos coger dos autobuses y luego caminar unos minutos. No había forma de encontrar la parada del primero, las indicaciones de las personas a las que preguntamos a base de enseñarles el móvil con la indicación del bus se contradecían, en cuanto al segundo debía de ser un autobús fantasma porque nadie sabía de su existencia salvo un panel en la parada que indicaba su paso diez minutos después. Falso, el bus nunca llegó. Caminamos hasta el puerto, allí ninguna indicación de horarios o días de salida del barco, sólo el teléfono de una tal Vika, ya conocida entre los viajeros por ser la única que podía informar en inglés. Tendremos que llamar cada día para saber si hay barco con plazas disponibles. Comemos y regresamos al hotel.

La ciudad no da más de sí. Baku es una ciudad moderna, cuidadísima en las zonas céntricas, oficiales y de nivel de vida más alto. El resto ofrece un contraste como no he visto en ninguna otra ciudad conocida en éste o en anteriores viajes. Núcleos de chabolas en oposición a edificios modernos y llamativos y parques enormes cuidados hasta el más mínimo detalle; las paradas de autobuses de la zona en la que estamos viviendo no están señalizadas, ni números ni indicaciones, ni por supuesto bancos o marquesinas que, además de indicaciones informatizadas sobre recorridos, tiempo de espera, etc., sí tienen en el centro; coches de lujo aparcados frente a los edificios del centro de la ciudad; centros comerciales para gente que puede, por ejemplo, comprar joyas en Tiffani's. Son dos mundos totalmente contrapuestos. Y el caso es que el petróleo abunda y pertenece al Estado, pero la corrupción, empezando por el presidente de la República es galopante, y el dinero se invierte con el único fin de aumentar las ganancias. Sirve de ejemplo de lo que sucede a nivel mundial y que no parece tener visos de solución más que quizá en una o dos generaciones que conquisten unos derechos que en unos casos se han perdido y en otros no han existido nunca. Parece que la población de Azerbaiyán, desde la urbana más pudiente hasta la rural, que vive menos que modestamente, apoyan a un presidente que puede vetar las decisiones de un parlamento elegido, por otra parte en unas elecciones sin garantías, en un país sin partidos de oposición garantes de un cambio en el que la riqueza sea repartida de forma menos sangrante para la mayoría de la población. Un presidente al que te encuentras retratado en grandes paneles a lo largo de las carreteras o en las entradas de las poblaciones; mala señal ésta de los boatos a los gobernantes.

Dudamos entre ir a Uzbekistán o coger un tren de Aktau a Almati, en Kazakhstan. El tren, con sus tres días de viaje a través del desierto, nos atrae y el visado a Uzbekistán es caro y ni siquiera sabemos si va a estar mañana. Veremos.

Imágenes:
Centro de Baku
Escaparate en el centro de Baku
Barrio del extrarradio desde el balcón del hotel






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