12 de septiembre de 2014

Derrota. Cansancio, de Alfonsina Storni


Cuando te sientes pequeña, poca cosa, cuando has sido derrotada en tus intenciones de salvar un momento difícil, cuando te levantas por la mañana y miras sin ver, cuando el silencio se desborda y te anega o el ruido no te deja sentirte, cuando no eres capaz de arreglar una avería porque has olvidado cómo hacerlo o seguir los pasos para comprender su origen, cuando te pones a escribir y tus palabras te parecen vanas y torpes, cuando te sientes nimia, fútil y baladí.



Cansancio

Todos, todos tenemos una hora cobarde,
una hora de hastío cuando muere la tarde.

Cuando se va el amigo que nos trae calor,
el amigo de oro, el Mago Gestador.

Cuando se juntan todas las impresiones malas
y el alma es un tejido de finísimas alas.

Cuando puede decirse: lo que fue no será;
lo que no hice hoy no lo haré nunca ya.

Es entonces, cobarde, que me acosa el deseo
de no ser y ni pienso, ni trabajo, ni creo.

Es una nulidad completa de mí misma
que me asusta y me hiere, me subyuga y abisma.

Es entonces que yo quisiera ser así
como una cosa nimia, fútil y baladí.

Un chicle que se lleva guardado en el bolsillo,
una prenda cualquiera, un reloj, un anillo...

Ser una cosa muerta que la llevan cargada
y que no sabe nada y que no piensa nada.

…......................................................................

Todos, todos tenemos una hora cobarde,
una hora de hastío cuando muere la tarde.


La inquietud del rosal (1916)


6 comentarios:

Antonio dijo...

Si hay algo que pueda hacer, sabes que estoy aqui.

Noches de luna dijo...

(Amplia sonrisa). No me pasa nada, Antonio. Sólo leía a Alfonsina... Gracias, y ya de paso avísame cuando tengas un rato y te apetezca skypear.
Un beso

Montserrat de la Madrid dijo...

AUNQUE NO TE PASE NADA YA SABES DONDE ENCONTRARME BESOS

Noches de luna dijo...

Ja ja ja. Lo mismo digo. Aquí me tienes (y Rafa también). Hay té para una y cerveza para el otro.
Besos

rubén dijo...

Uno sabe que al igual que hay horas de oro hay otras lánguidas que se apoderan de uno. Algo cansado que despierta y sabes que si te entregas a esa tristeza estás perdido. Afortunadamente no vives solo y basta como en un poema que tengo por ahí, que den un grito de ropa tendida en día de lluvia desde el fondo de la casa, para que la dejadez se ponga a trabajar codo con codo contigo.
Un beso

ruben dijo...

Si así es. Por cierto tu hermana me ha mandado un correo maravilloso. Se parece a ti.
Un beso