16 de marzo de 2010

Espejos




Hace unos días estuve viendo las fotografías de Ricky Dávila en el Círculo de Bellas Artes y de Dayanita Singh en la Fundación Mapfre. Sola, o muy bien acompañada, que es como se puede disfrutar de una exposición, sentía ante ellas una tierna conmiseración por el ser humano.

En el caso de Ricky Dávila, una hilera de retratos, que no dejaba escape alguno ni descanso entre cada imagen, de rostros duros, en cuyos ojos se reflejaba tristeza, resignación, desconcierto, ignorancia, perplejidad, incluso en los retratos, fuertemente contrastados, de niños, que no retratos infantiles, entre los que una única y tímida sonrisa de una niña no evitaba un punto de melancolía en su mirada.







En los retratos de familias de Dayanita Singh en los que éstas posaban en el ambiente y la actitud que preferían para pasar a la posteridad, para ser recordados, esta sensación se acrecentaba, en unos casos porque aparecían satisfechos de si mismos a pesar de sus miradas vacías subrayadas por el ambiente superficial en el que posaban, en otros porque la cercanía entre ellos no eliminaba la soledad de cada uno.




Era una impresión parecida a la que he sentido en ocasiones cuando voy en el metro o en el tren y observo las caras, las expresiones, los gestos del resto de los pasajeros. En esos momentos me siento inmersa en el género humano, poquita cosa entre muchas otras poquitas cosas, me alejo de las teorías políticas, sociales que en otros momentos me pueden hacer pensar que el mundo tiene o tendrá que cambiar, todas ellas desaparecen frente a la vida personal, cotidiana, íntima de cada uno de nosotros y me siento cerca de todos esos rostros tristes o vacíos o ignorantes o hundidos en la soledad.

Y me reconcilio con el ser humano porque cualquiera de nosotros, incluso los de ahí arriba, los que aparecen en otras actitudes, a diario, en los periódicos, estamos, en el fondo, en el yo verdadero, representados por estos rostros, espejos nuestros.


4 comentarios:

ruben dijo...

Cómo nos verán los demás? Con qué fondo nuestro se habrán quedado? El de qué día? El de qué instante?
Tú miras a todos, que puedes hacerlo,con una sóla mirada pero te miran igual ellos?.
Un beso

Noches de luna dijo...

Pues supongo que habrá de todo, pero lo curioso es que no se me había ocurrido pensarlo, al menos no soy consciente de ello. Observar cómo eres observado... puede ser un bonito juego.

Un beso
Victoria

Miguel dijo...

Un buen retrato siempre es capaz de captar el alma humana. Estos son verdaderamente impresionantes. Quien pudiera pasarse por Madrid para echar un vistazo a esta exposición y tantas otras...

Cordiales saludos.

Noches de luna dijo...

Pues sí, Miguel, La verdad es que Madrid es una joya, no sólo por la oferta cultural, también por lo bonito de pasear por sus calles durante las mañanas en que la mayor parte de la gente está trabajando y las personas que encuentras caminan tranquilas, sin prisa.

Un abrazo
Victoria