15 de noviembre de 2008

¿Dónde están los niños?

Naranjo de Bulnes



Gijón





A mi compañero de viaje por la vida le llamaban la atención en su último peregrinaje por tierras gallegas y castellanas la ausencia de niños en las plazas de los pueblos por los que pasaba. Para ver niños en las calles hay que asomarse al balcón una tarde noche en el barrio de Lavapiés y disfrutar de un partido de futbol entre seis o siete chavales de distinta raza y procedencia disputándose el balón al fresco de la noche veraniega de una calle cualquiera. Es lo que tenemos más cerca. Si queremos ver más tendremos que viajar a algún país africano, latinoamericano o asiático (y no todos) donde las calles están repletas de niños, hombres y mujeres, música, colores… vida en una palabra. Los nuestros están bajo cobijo delante de la videoconsola, el ordenador o la caja tonta. A mayor nivel de vida más tendencia a la comodidad, más estímulos individuales de los que disfrutar cada uno en su propia habitación, muchas veces ni siquiera en compañía de otros amigos. Sí, también en los parques, los niños más chiquititos o de la mano en fila de a dos acompañados por su maestra saliendo del metro de Embajadores, o a través de los ventanales de un burger celebrando un cumple. Y es que nuestros niños respiran poco aire puro. Están muy cuidados, aparentemente; a modo de ejemplo, en Canadá, en un camino preparado para caminantes de todo tipo y protegido del torrente por una valla, un cartel ordena a los padres que lleven a los niños de la mano. Recuerdo a mi hijo Guille corriendo por la playa de Gijón o pasando el sarampión entre la nieve de Gedrez. O junto a Lucía y Mario cruzando el desierto argelino cuando apenas sabían andar, caminando por Picos de Europa o Pirineos o subiendo a Massada en pleno mes de julio; de ello aún quedan restos en la cabaña de Valdemanco donde Mario y Paula construyen y trabajan aunque nieva o caigan chuzos de punta. Me veo, en fin, de pequeña, a mí y las chicas del barrio jugando en la calle a los alfileres mientras los chicos competían con las chapas disfrazadas de futbolistas. Quizá parece pura nostalgia pero es pura realidad.





Cuzco





Delhi





Kashgar