11 de abril de 2008

Por la mañana

Deqen, China



Me acabo de dar un paseo hasta los olivos como complemento a un pequeño recorrido de esta mañana por la parcela. A menudo se me plantean alguna duda acerca de mi andadura hacia una mayor autonomía. Muchas veces me he preguntado ¿qué haría si estuviera sola? Siempre me sirvió para avanzar un poco más en esa búsqueda y ejercicio de una libertad personal, no sólo sobre lo que quiero hacer sino, más importante, sobre lo que siento, pienso o necesito.
A veces me muevo en un terreno poco llano, con pequeños obstáculos como si mi camino estuviera salpicado de hierbas pegajosas de esas que se te pegan a las zapatillas, algún que otro cardo o simplemente irregularidades que hacen que el paso no sea firme ni constante.



"No digáis que la vida es un festín alegre,
lo dice un alma tonta o bien un alma baja
No digáis sobre todo: es desdicha sin fin;
Lo dice un alma débil que temprano se cansa.
Reíd como las ramas en primavera se agitan,
llorad como los vientos o la ola en la playa,
el placer y el dolor padeced y gozad; y decid:
Es mucho todo esto y es la sombra de un sueño."
Jean Moréas

Puede que sea un buen momento para estar atenta a averiguar qué es lo que quiero, o mejor dicho lo que voy queriendo, que no soy un trozo de piedra para querer
siempre lo mismo.
Sí, es un buen momento para mirarme y escucharme, sin prisas, sin distracciones laborales. Para sentirme cada vez más libre al elegir y continuar desterrando pequeños remordimientos de conciencia, ataduras heredadas de un ambiente y una educación, algún que otro complejo (curiosa palabra, cuando en realidad cada uno somos un ser complejo)...

Ya veis, esto no tiene edad. Camino de los sesenta y planteándome la vida. Me alegro, signo de lucidez; buen ejemplo el de Godard, Oliveira y tantos otros que siguen interrogándose y ayudándonos a que nos interroguemos nosotros.

Hace unos días vi por segunda vez La bella y la bestia, de Cocteau. ¡Qué delicia! Cuando terminó comprobé si se estaba grabando Big Fish y, simplemente, el sonido y el color me abofetearon, no por la calidad que pudiera haber o no en ella, aún no la he visto, sino por la pérdida del misterio y la poesía que transmitía la película de Cocteau.

Mirarnos y escucharnos, y a partir de ahí dejarnos libres para percibir, sentir, pensar, hacer.

Karakoram, Pakistán



Panamá